Había una vez
una rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que
le dijo:
—Amiga rana,
necesito cruzar el río. ¿Podrías llevarme en tu espalda?
—No. Si te
llevo en mi espalda, me picarás y me matarás.
—No seas tonta
—le respondió entonces el escorpión— si te picase, me hundiría contigo y me
ahogaría.
Ante esta
respuesta, la rana accedió. El escorpión se colocó sobre la espalda de la rana
y empezaron a cruzar el río. Cuando habían llegado a la mitad del trayecto, el
escorpión picó a la rana. La rana, al sentir picotazo y darse cuenta que iba a
morir, le preguntó al escorpión:
—¿Por qué me
has picado, escorpión? ¿No te das cuenta de que tú también vas a morir?
A lo que el
escorpión respondió:
- Rana... mi
amiga, no lo pude evitar, porque es mi naturaleza.
Moraleja
Aunque el
sentido común dicte lo contrario y acabes perjudicando a los que quieres o
incluso a ti mismo, no puedes dejar de ser quien eres.
Versiones de
Rokugan
JdR - La leyenda de los cinco anillos
La rana y el escorpión
Hubo una vez
una pequeña ranita que vivía cerca del río. Un día, un escorpión que pasaba por
allí le pidió a la rana si podía llevarle al otro lado. El escorpión le dijo a
la rana:
- Llévame al otro lado del río
- La rana le respondió:
- No lo haré. Porque si lo hago me picarás
El escorpión replicó:
- No lo haré. Porque si lo hago nos ahogaremos los dos.
La rana vio sabiduría en las palabras del escorpión, así que le dejó subir a su espalda y empezó a nadar cruzando el río. Casi a mitad de camino, sintió una dolorosa punzada en su espalda...
La rana sintió el veneno del escorpión fluir hasta su corazón, y mientras se le acercaba la muerte, ambos empezaron a hundirse en las frías aguas. Justo antes de que su nariz de hundiera en el agua, la rana dijo:
- ¡Escorpión, ahora ambos nos ahogaremos!
Pero el escorpión sonrió y le dijo:
- Pero ranita yo sé nadar.
- Llévame al otro lado del río
- La rana le respondió:
- No lo haré. Porque si lo hago me picarás
El escorpión replicó:
- No lo haré. Porque si lo hago nos ahogaremos los dos.
La rana vio sabiduría en las palabras del escorpión, así que le dejó subir a su espalda y empezó a nadar cruzando el río. Casi a mitad de camino, sintió una dolorosa punzada en su espalda...
La rana sintió el veneno del escorpión fluir hasta su corazón, y mientras se le acercaba la muerte, ambos empezaron a hundirse en las frías aguas. Justo antes de que su nariz de hundiera en el agua, la rana dijo:
- ¡Escorpión, ahora ambos nos ahogaremos!
Pero el escorpión sonrió y le dijo:
- Pero ranita yo sé nadar.
El León y el
Escorpión
Había una vez un León durmiendo en un campo soleado. Un Escorpión acudió a él y le dijo:
- León eres tan grande. Supongo que eres la criatura más grande de toda la tierra.
El León replicó:
Sí, creo que lo soy.
Y - dijo el Escorpión - también debes ser la criatura más valiente y más fuerte.
Eso dicen - dijo el León.
Mi única ventaja es mi aguijón venenoso - dijo el Escorpión.
Y supongo que podrías aplastarme bajo tu pata antes de que pudiera picarte ni una sola vez.
Podría bastante fácilmente - dijo el León levantándose y estirándose.
En realidad, si te picara, dudo que si quieras lo notaras.
El León miró al pequeño Escorpión con curiosidad.
Quizá. Pero creo que te pisaré ahora, pequeño, y nunca tendrás la oportunidad.
Oh, pero gran León - dijo sonriendo el Escorpión - te piqué hace cinco minutos.
Y el León no tuvo más que decir.
El Ki-rin y el Escorpión
Un día, Ki-Rin estaba retozando en el campo. Su hermano León le había advertido que tuviera cuidado con el Escorpión, pero Ki-Rin estaba demasiado ocupada jugando, pateando y saltando, y mirando todas las cosas nuevas y sólo había medio oído la advertencia de su hermano.
Mientras jugaba, una criatura trepó a una roca para observar. Ki-Rin vio a la criatura y dijo:
He visto a Flor y he visto a Árbol, y he visto a Caballo, pero no te había visto a ti. ¿Quién eres?
La criatura dijo - Soy la Verdad.
Ki-Rin sonrió.
Estoy muy contenta de conocerte, amiga Verdad. ¿Has visto al Escorpión? Mi hermano me ha dicho que tenga cuidado con él, pero no se como es?
Si, conozco al Escorpión - dijo Verdad.
¿Puedes decirme como es?
Si. En realidad podemos ir a buscarle ahora. Si me llevas a tu espalda iremos mucho más rápido que si caminamos los dos.
Buena idea! - dijo Ki-Rin - Sube a mi espalda, amiga y nos iremos.
Verdad trepó a la espalda de Ki-Rin y partieron en busca del Escorpión.
Entonces - preguntó Ki-Rin - ¿Cómo es el Escorpión?
Tiene dos pinzas afiladas - dijo Verdad.
Ki-Rin vio las dos pinzas afiladas de Verdad y dijo:
Ah, ya veo.
Y tiene muchas patas.
Ki-Rin miró las muchas patas de Verdad y dijo:
Ah, ya veo.
Y tiene un aguijón que inyecta veneno mortal.
Ki-Rin miró el aguijón de Verdad y dijo:
Entonces, Verdad, es como tú?
Verdad sonrió y dijo:
Sí. Sí lo es.
Ki-Rin rió.
¿No es afortunado que te haya encontrado a ti antes?
El Escorpión asintió
Sí, lo es.
Y Ki-Rin no tuvo nada más que decir.
Una vez, hace mucho, el Escorpión estaba paseando por la playa arenosa con su hermano Cangrejo.
Ah, Escorpión - dijo Cangrejo - Has engañado a León y a la Grulla, pero no podrás ganarme a mí. Por que estoy seguro dentro de mi casa armada y ni siquiera tu aguijón envenenado puede alcanzarme.
Escorpión observó las planchas metálicas de Cangrejo y asintió. Es cierto, amigo mío. Pero qué triste es para ti estar atrapado en una prisión tan pesada.
¿Qué? - dijo Cangrejo - No es una prisión, es mi casa!
Por su puesto - sonrió el Escorpión - Y eso es lo que todos dicen. Pero si no seria una prisión serías capas de quitártela. He oído que estás maldito, condenado a pasar el resto de tu vida cargando con tu prisión a la espalda.
Cangrejo dijo:
Puedo quitármela cuando quiera!
El Escorpión asintió tristemente y dijo:
Te aseguro que se lo diré a todo el mundo.
Cangrejo tropezó en la arena.
Puedo quitarme mi caparazón cuando quiera!
El Escorpión preguntó:
¿Lo has intentado?
El Cangrejo se detuvo y se quitó su casa de la espalda lanzándola a un lado.
El Escorpión sonrió mientras se miraban uno a otro.
Y Cangrejo no tuvo nada que decir.
Una vez había una Grulla y un Escorpión sentados a la orilla de un río. La Grulla dijo:
¿No es divertido como las Fortunas repartieron sus bendiciones entre las criaturas?
El Escorpión miró a la Grulla con suspicacia.
¿Qué quieres decir?
La Grulla sonrió y dijo:
Mírame. Mira mis hermosas alas y plumas. Puedo volar y nadar. Mira mi cuello perfecto y mis ojos brillantes. Soy la envidia de todas la criaturas del mundo.
Entonces la Grulla miró al Escorpión y dijo:
Mírate tú. Todo lo que tienes es tu aguijón.
Ah - dijo el Escorpión - Pero eso significa que no tienes nada que ganar, y yo no tengo nada que perder. Y cuando tú seas vieja y hayas perdido tus plumas, ya no puedas volar. Y cuando estés gorda y medio ciega no podrás nadar. Entonces, cuando estés contando todo lo que has perdido, yo estaré contando todo lo que he ganado.
Y la Grulla no tuvo más que decir.
Un día Escorpión fue hasta Fénix en sus altas montañas y le dijo:
Tengo un regalo para ti.
El Fénix retrocedió.
Oh, no. Te conozco hermano Escorpión. Lo sé todo sobre ti. No quiero tu regalo.
Oh, de verdad - dijo el Escorpión.
Lo dejaré aquí - dijo mientras lo dejaba en el suelo - Y si no lo quieres, algún otro lo querrá.
Luego el Escorpión se fue.
El Fénix miró el regalo y pensó:
Si cojo el regalo y es una trampa me habrá engañado. Pero si lo dejo y no es una trampa me habrá engañado. ¿Qué debería hacer?
Todo aquel día, Fénix se sentó y miró al regalo. Pensando.
¿Qué debía tener en mente?
Engañó a Cangrejo con la furia y al León con el orgullo. Engañó a Ki-Rin con su ignorancia y a Grulla con educación.
¿Cómo pretenderá engañarme a mí?
Pronto Madre Sol había cruzado el cielo y Padre Luna había iniciado su progreso nocturno, pero Fénix no se había movido un solo paso. Estaba clavado al suelo, evaluando el regalo Escorpión. Cuando alzó la mirada a la mañana siguiente, vio al Escorpión mirándole y riéndose.
Y Fénix no tuvo nada mas que decir.
Un día, Dragón acudió al Escorpión y dijo:
He visto cómo engañaste a Ki-Rin.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
He visto cómo engañaste a León.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
He visto cómo engañaste a Grulla.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
Estaba allí cuando engañaste a Cangrejo.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
Estoy muy contenta de conocerte, amiga Verdad. ¿Has visto al Escorpión? Mi hermano me ha dicho que tenga cuidado con él, pero no se como es?
Si, conozco al Escorpión - dijo Verdad.
¿Puedes decirme como es?
Si. En realidad podemos ir a buscarle ahora. Si me llevas a tu espalda iremos mucho más rápido que si caminamos los dos.
Buena idea! - dijo Ki-Rin - Sube a mi espalda, amiga y nos iremos.
Verdad trepó a la espalda de Ki-Rin y partieron en busca del Escorpión.
Entonces - preguntó Ki-Rin - ¿Cómo es el Escorpión?
Tiene dos pinzas afiladas - dijo Verdad.
Ki-Rin vio las dos pinzas afiladas de Verdad y dijo:
Ah, ya veo.
Y tiene muchas patas.
Ki-Rin miró las muchas patas de Verdad y dijo:
Ah, ya veo.
Y tiene un aguijón que inyecta veneno mortal.
Ki-Rin miró el aguijón de Verdad y dijo:
Entonces, Verdad, es como tú?
Verdad sonrió y dijo:
Sí. Sí lo es.
Ki-Rin rió.
¿No es afortunado que te haya encontrado a ti antes?
El Escorpión asintió
Sí, lo es.
Y Ki-Rin no tuvo nada más que decir.
El Cangrejo y el Escorpión
Una vez, hace mucho, el Escorpión estaba paseando por la playa arenosa con su hermano Cangrejo.
Ah, Escorpión - dijo Cangrejo - Has engañado a León y a la Grulla, pero no podrás ganarme a mí. Por que estoy seguro dentro de mi casa armada y ni siquiera tu aguijón envenenado puede alcanzarme.
Escorpión observó las planchas metálicas de Cangrejo y asintió. Es cierto, amigo mío. Pero qué triste es para ti estar atrapado en una prisión tan pesada.
¿Qué? - dijo Cangrejo - No es una prisión, es mi casa!
Por su puesto - sonrió el Escorpión - Y eso es lo que todos dicen. Pero si no seria una prisión serías capas de quitártela. He oído que estás maldito, condenado a pasar el resto de tu vida cargando con tu prisión a la espalda.
Cangrejo dijo:
Puedo quitármela cuando quiera!
El Escorpión asintió tristemente y dijo:
Te aseguro que se lo diré a todo el mundo.
Cangrejo tropezó en la arena.
Puedo quitarme mi caparazón cuando quiera!
El Escorpión preguntó:
¿Lo has intentado?
El Cangrejo se detuvo y se quitó su casa de la espalda lanzándola a un lado.
El Escorpión sonrió mientras se miraban uno a otro.
Y Cangrejo no tuvo nada que decir.
La Grulla y el Escorpión
Una vez había una Grulla y un Escorpión sentados a la orilla de un río. La Grulla dijo:
¿No es divertido como las Fortunas repartieron sus bendiciones entre las criaturas?
El Escorpión miró a la Grulla con suspicacia.
¿Qué quieres decir?
La Grulla sonrió y dijo:
Mírame. Mira mis hermosas alas y plumas. Puedo volar y nadar. Mira mi cuello perfecto y mis ojos brillantes. Soy la envidia de todas la criaturas del mundo.
Entonces la Grulla miró al Escorpión y dijo:
Mírate tú. Todo lo que tienes es tu aguijón.
Ah - dijo el Escorpión - Pero eso significa que no tienes nada que ganar, y yo no tengo nada que perder. Y cuando tú seas vieja y hayas perdido tus plumas, ya no puedas volar. Y cuando estés gorda y medio ciega no podrás nadar. Entonces, cuando estés contando todo lo que has perdido, yo estaré contando todo lo que he ganado.
Y la Grulla no tuvo más que decir.
El Fénix y el Escorpión
Un día Escorpión fue hasta Fénix en sus altas montañas y le dijo:
Tengo un regalo para ti.
El Fénix retrocedió.
Oh, no. Te conozco hermano Escorpión. Lo sé todo sobre ti. No quiero tu regalo.
Oh, de verdad - dijo el Escorpión.
Lo dejaré aquí - dijo mientras lo dejaba en el suelo - Y si no lo quieres, algún otro lo querrá.
Luego el Escorpión se fue.
El Fénix miró el regalo y pensó:
Si cojo el regalo y es una trampa me habrá engañado. Pero si lo dejo y no es una trampa me habrá engañado. ¿Qué debería hacer?
Todo aquel día, Fénix se sentó y miró al regalo. Pensando.
¿Qué debía tener en mente?
Engañó a Cangrejo con la furia y al León con el orgullo. Engañó a Ki-Rin con su ignorancia y a Grulla con educación.
¿Cómo pretenderá engañarme a mí?
Pronto Madre Sol había cruzado el cielo y Padre Luna había iniciado su progreso nocturno, pero Fénix no se había movido un solo paso. Estaba clavado al suelo, evaluando el regalo Escorpión. Cuando alzó la mirada a la mañana siguiente, vio al Escorpión mirándole y riéndose.
Y Fénix no tuvo nada mas que decir.
El Dragón y el Escorpión
Un día, Dragón acudió al Escorpión y dijo:
He visto cómo engañaste a Ki-Rin.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
He visto cómo engañaste a León.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
He visto cómo engañaste a Grulla.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
Estaba allí cuando engañaste a Cangrejo.
Y Escorpión asintió.
Dragón continuó:
Y sabía lo que harías a Fénix.
Y Escorpión dijo:
Y te quedaste quieto y no hiciste nada.
Y Dragón no tuvo nada más que decir.
Y Escorpión dijo:
Y te quedaste quieto y no hiciste nada.
Y Dragón no tuvo nada más que decir.
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