Hace muchos
años, en Japón, había un joven muy pobre que vivía en una casita en medio de un
gran bosque. Se llamaba Yosaku y se ganaba la vida recogiendo leña de la
montaña para después venderla en la ciudad.
Un día que
nevaba y hacía mucho frío, Yosaku salió como siempre de su casa para vender la
leña en el mercado. Con lo que le dieron por la leña, se compró la comida para
aquel día. De regreso a casa, oyó unos sonidos muy extraños. Al acercarse,
descubrió un pájaro que estaba prisionero en una trampa.
- Pobre pájaro
– pensó. Voy a ayudarlo a librarse de la trampa. Está sufriendo mucho.
Lo liberó de la
trampa y el pájaro alzó el vuelo con gran alegría. Yosaku sonrió satisfecho y
siguió su camino hacia casa. Había empezado a nevar y hacía mucho frío.
Una vez en casa
y mientras encendía la chimenea, llamaron a la puerta. Yosaku no tenía ni idea
de quién podía ser.
¡Qué sorpresa! Cuando abrió la puerta vio una joven preciosa, que estaba
tiritando de frío.
Yosaku le dijo:
- Pasa y
caliéntate.
La joven
explicó a Yokaku que se dirigía a visitar a un familiar que vivía cerca de
allí.
- Ya es de
noche- dijo Yosaku mientras miraba por la ventana.
- Sí – contestó
la joven. – ¿Dejarías que me quedara a dormir esta noche aquí? – preguntó
- Me gustaría,
de veras, Pero soy pobre y no tengo cama ni nada para comer.
- No me hace
falta. –contestó la joven
- Entonces,
puedes quedarte. – dijo Yosaku
Durante la
noche, la joven hizo todas las faenas de la casa. Cuando Yosaku se despertó la
mañana siguiente se puso muy contento al ver todo tan limpio.
Continuó
nevando sin parar un día tras otro y la joven le preguntó: – ¿Puedo quedarme
hasta que deje de nevar?
- Por supuesto
que sí – contestó Yosaku
Pasaban los
días y no paraba de nevar. Yosaku y la joven se hicieron muy amigos y poco a
poco se fueron enamorando. Un día ella le preguntó:
- ¿Quieres
casarte conmigo? Así siempre estaremos juntos
- Sí – contestó
Yosaku. – ¡Acepto!
- A partir de ahora
me puedes llamar Otsuru- dijo la joven
Después de
casarse, Otsuru trabajaba y ayudaba mucho a su marido. Yosaku estaba muy feliz.
Un día, cuando
Yosaku iba a salir a vender la leña, Otsuru le pidió que le comprara hilos de
seda de colores. Iba a tejer. Mientras su marido iba al mercado a vender la
leña y le compraba los hilos, Otsuru se quedó en casa preparando el telar para
tejer. Cuando Yosaku, Otsuru se encerró en una habitación y le pidió que no
entrara mientras ella trabajaba.
Otsuru pasó
tres días tejiendo sin salir de la habitación y no comía ni dormía. Cuando
acabó de tejer salió de la habitación e inmediatamente le enseñó a Yosaku el
tejido que había hecho. Yosaku quedó maravillado. Era un tejido fino y delicado
que combinaba colores y tonalidades de una manera increíble. Parecía imposible
que unas manos fuesen capaces de crear un tejido de esa belleza.
- ¡Qué tejido
tan bonito! ¡Es una maravilla! – exclamó Yosaku
- Podrías
venderlo en la ciudad y sacarías mucho dinero- le dijo Otsuru
Yosaku fue a la
ciudad ofreciendo a los señores ricos el precioso tejido. El rey, que paseaba
por el mercado, vio el tejido y lo quiso comprar. Le ofreció mucho dinero a
Yosaku, que volvió a casa muy contento y le dio las gracias a su esposa. Le
dijo que el rey quería más tejido de aquél.
- No te
preocupes- dijo Otsuru,- Ahora mismo me pongo a tejer más.
Esta vez
también tardó cuatro días en tejer y estuvo sin comer ni dormir. Estaba muy
débil cuando salió de la habitación.
Ella le dijo:
- Ya lo he
acabado pero es la última vez que lo hago
- sí, sí – dijo Yosaku. No quiero que enfermes de tanto trabajar.
- sí, sí – dijo Yosaku. No quiero que enfermes de tanto trabajar.
Yosaku llevó el
tejido al rey quién le pagó muy bien. Cuando el rey miró la pieza dijo:
- Necesitaré más para el kimono de la princesa
- Necesitaré más para el kimono de la princesa
Yosaku le
explicó que era la última pieza que vendía, que era imposible que se hiciera
más. Pero el rey amenazó con degollarlo si no le vendía más tejido. Así que
Yosaku tuvo que ceder a la fuerza.
Cuando llegó a
casa, Yosaku le explicó lo que había ocurrido a Otsuru y le pidió que por favor
tejiera una vez más otra pieza. Otsuru aceptó el encargo y se metió en la
habitación a tejer como las otras veces. Pero pasaron los días y Otsuru no
salía de la habitación. Yosaku estaba muy preocupado por Otsuru, que estaba
débil y delgada pero trabajaba sin parar. Como no podía entrar en la
habitación, cada día se inquietaba más. Pero un día Yosaku no pudo resistirlo y
decidió entrar en la habitación para ver como estaba su esposa. Y entonces vio
una cosa sorprendente: un precioso pájaro que tejía con sus propias alas. El
pájaro se giró y al ver a Yosaku empezó a cambiar de forma y se transformó en
Otsuru. Yosaku no podía creer lo que veían sus ojos.
- ¡Has
descubierto mi secreto! – exclamó. – Yo soy el pájaro que un día ayudaste a
librarse de la trampa…..- dijo entre sollozos
Yosaku se había quedado sin habla
Yosaku se había quedado sin habla
- Pero ahora
que has descubierto mi secreto, me tendré que ir – dijo. Y cuando había acabado
de decirlo, Otsuru se transformó otra vez en el pájaro y salió volando por la
ventana.
Yosaku empezó
entonces a gritar llorando:
- Espera,
vuelve por favor, vuelve!!!!!!
Pero el pájaro
ya había alzado el vuelo y se alejaba emitiendo sonidos tristes
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