Dentro de un
bosque frondoso, oculto en la húmeda sombra de sus árboles andaba un hombre
solo con sus pensamientos. El hombre caminaba pensando en sus problemas y se
encontraba vacío, y muy, muy triste. Mientras andaba y andaba por el bosque su
desesperación ganaba terreno, pues no sabía darle un sentido a su existencia.
Pero de repente, alicaído y melancólico, se encontró un bello diamante que se
encontraba justo en medio del camino.
A pesar de su
angustia cogió el diamante y lo puso suavemente en su mano. Después de soplar
para quitarle el polvo empezó a observarlo detenidamente mientras se alejaba de
su preocupación. ¡Un diamante muy bello!
Como
hipnotizado por el diamante continuó quieto, inamovible en aquel rincón oscuro
del bosque hasta que empezó a contemplar algo que brillaba dentro de aquella
piedra preciosa tan valiosa: un rostro bello y afable se empezaba a dibujar en
el diamante.
La belleza de
aquel rostro de hada hizo estremecer a aquel hombre que se sentía absorto
mientras unos grandes ojos pestañeaban repetidamente. Finalmente los labios de
aquella preciosa hada se entreabrieron:
-Me llaman hada
del bosque. Durante siglos he otorgado deseos a quién me lo ha pedido. Me
puedes pedir aquello que más desees y te será concedido.
Aquellas
palabras hicieron despertar el alma de aquel hombre absorto en sus
pensamientos. ¡De repente se dió cuenta que una maravillosa hada le podía
proporcionar aquello que quisiera!
-Pídeme aquello
que más desees- repitió el hada del bosque.
La voz resonó
tan dulcemente en sus pensamientos que el hombre no sabía como resolver sus
deseos. En cambio aquella voz le parecía dulce y hermosa, como música para sus
oídos. Así pues no sabía qué decidir, hasta que finalmente afirmó:
-Hada del bosque que habitas en este diamante, sólo te pido que hagas aquello que tu consideres mejor.
-Hada del bosque que habitas en este diamante, sólo te pido que hagas aquello que tu consideres mejor.
Y el hada
contestó:
-¡Oh amigo
desdichado! Eso me pediste cuando eras un animal y te convertí en el hombre
triste que ahora eres!
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